𝟏𝟒| afraid of heights / voyager
"Amar a alguien es primeramente confirmar:
Estoy preparada para ser devastada por ti."
[ Eloise Bridgerton a su hermana Francesca
luego de su primera ruptura de corazón. ]
Patrick Lester había esperado asentarse en la sociedad de Londres antes de jugar sus cartas.
Como un verdadero depredador, había estudiado el terreno de su hogar antes de matar, y ahora, como sabía bien donde se encontraba y su alcance, se lanzaba sin piedad a la yugular para hacerle el mayor daño posible. A pesar de que, en realidad, no hubiera sido muy difícil tenerlo contra la espada y la pared, no cuando era el único que sabía con exactitud la historia de su familia y la suya a una escala que le incomodaba.
Sin embargo, cuando recibió el pergamino doblado de la mano de Ingrid escrito en su puño y letra, supo que aquellas amenazas durante las carreras eran el inicio de un sinfín de líos que no iba a poder escapar, y tal vez por eso, sin querer aplazar más la fecha concreta de su muerte, acudió a su llamado como un perro faldero que no tenía capacidad de negación, presentándose en el club de caballeros a las diez y media de la mañana como si hubiera sido su lugar favorito en la tierra.
Al llegar pidió un whisky. Y algo extrañado, el hombre tras la barra lo sirvió en un vaso de vidrio sin hacer una sola pregunta — Era sabido que los franceses eran extravagantes, las costumbres se le habían pegado y por eso bebía tan temprano frente a un sillón vacío, incluso por eso no había recurrido al club de caballeros durante toda su estadía en Londres hasta ese momento, y por eso se le acercaban respetables caballeros a entablar conversaciones que no hubiera podido tener más que en un lugar como ese.
El club de caballeros se había vuelto un nuevo lugar para socializar para los hombres de su edad, uno que no hubiera pisado de no haber sido por las explícitas ordenes de Lord Patrick Lester, quién además de tener el nuevo control de su vida, amenazaba con tomar igualmente el control de sus finanzas y su tiempo, pues para cuando el whisky se acababa y el Barón perdía su paciencia, casi veinte minutos más tarde, su amigo de la infancia apareció con una sonrisa en la cara, pidiendo tomar lo mismo que bebía el famoso «Arquitecto del Rey» antes de saludarlo con una extraña palmada en la espalda.
"¿Lleva mucho tiempo esperándome?" preguntó con aquel característico acento que casi siempre se alegraba de no escuchar. "Tuve un pequeño incidente que tomó más tiempo de lo esperado. Luego perdone mi falta de educación, no tiendo a dejar a mis negocios esperando."
"Decir que esto es un negocio me parece bastante desacertado de su parte" se encogió de hombros con sinceridad, adoptando aquella actitud que despreciaba de si mismo, esa cuando la confianza de la nada dictaminaba sus acciones al hablar y lo hacía sentir inferior cada vez que entablaban una conversación. "Me parece interesante el hecho de que todos estos años el rencor haya sido la motivación de su vida, pues no me explico como luego de tanto tiempo sigue ensañado con mi familia."
"Negocios, Valentine" repitió, y cualquiera hubiera creído que eran dos buenos amigos poniéndose al día entre cuchicheos distorsionados que aportaban a ese sonido que nunca cesaba con el resto de las conversaciones a su alrededor, la risa del hombre era como un mal viaje en absenta. "Siguen siendo negocios."
"No tengo mucho tiempo" era una verdadera mentira, en realidad planeaba volver a casa para acabar con los planos de su tía Helena y no salir hasta finalmente terminarlo, sin embargo, mantuvo ese semblante de seriedad y molestia que lo caracterizaba. "Agradecería que fueras al grano directamente."
"¿Irá a visitar a una dama?" sugirió mientras luchaba por no rodar los ojos debido a la impaciencia. Eloise Bridgerton era su secreto. Uno que no deseaba compartir con nadie, mucho menos de dar indicios sobre su existencia.—"No se moleste, es solo una broma. Antes se reía de ellas."
"No me encuentro de humor para bromas, Patrick."
"Lamento arruinar tus planes, Val. Me apena decir que creo que no podrás visitar a nadie más que a Colin Bridgerton en un largo tiempo" dijo al acabar su trago, aclarándose la garganta ante el repentino calor que experimentaba en la misma. "Espero que me ayude a concretar nuestros negocios bajo su propia recomendación antes de que vuelva a París para continuar con los trabajos para su majestad, comprenderá que necesito asentarme en esta ciudad con suficiente dinero como para no preocuparme antes de su partida."
Las palabras se repetían en su cabeza hasta perderse luego de unos cuantos segundos, una especie de mala pesadilla mientras imaginaba como hubiera sido fundirse en la tela del sillón.
"Verás, mi madre, hace un par de años falleció de una extraña enfermedad que paralizaba sus huesos hasta dejarla encogida. Fue duro, y hubiera dado todo por haber hecho algo más que traer al médico del pueblo rogándole un poco de piedad" su entrecejo se frunció ante aquella repentina historia, mirándolo de reojo sin poder esconder la extrañeza en su rostro: ¿Es que acaso intentaba evocarle algo de lástima? — "No pasaré por eso jamás en mi vida, nunca más."
"Lamento mucho lo de su madre" en realidad, Regina Lester era una mujer respetable, una que siempre lo recibió en su morada cada vez que iba junto a Duncan, amiga de su madre y alguien que siempre llevó en su memoria gracias a su amabilidad que distaba bastante de los Lester. "No merecía morir así."
Lo decía en serio. Su perdida era triste, sin embargo, no entendía el motivo de sus amenazas ni el repentino odio que lo atestaba en su contra.
"Es fácil decirlo cuando nos dejaste en la ruina" siguió, tiñendo aquella mirada de dolor por una de pura rabia. "Luego de la muerte de tu padre, no sé como, pero tu madre logró sacarte del país tan rápido que mi padre no tuvo tiempo como para entender que ya no teníamos nada de dinero, y que tu familia no regresaría a Nueva Orleans."
¿Cómo podía hablarlo con tanta facilidad? Miraba a todos lados pensando que alguien podía estar oyéndolos, sudando bajo la camisa blanca que se ajustaba a su figura mientras consideraba si es que debía haber pedido más whisky antes de sentarse.
"No puedo culparlos por tener algo de esperanza en que volvieran, pero en realidad, estaba claro que luego de la extraña muerte de tu padre, tu madre había decidido partir a un lugar nuevo. La pobre viuda Bane" podía escuchar los latidos de su corazón en su propio oído, descontrolados ante cada palabra que el americano soltaba como veneno "Lo menos que puedes hacer es ayudarme a hacer negocios con Lord Bridgerton y ayudarme a salvar la economía de mi familia."
Tenía recuerdos distantes de lo que había pasado, el plan que había creado su madre como una telaraña de mentiras que se sostenían la una a la otra a base de una verdad tergiversada, como fingió que su padre se había ido de un repentino viaje de emergencia a pesar del mal clima, la carta que recibió a la casa diciendo que su marido había fallecido durante el camino, la veracidad que lograron tener sus palabras a pesar de que todas hubieran sido un invento: Lo había conseguido y luego de años, seguía sin tener idea de como exactamente.
"De igual manera, dejando todo esto de lado, me gustaría pedirte un préstamo."
¿Podría haber vomitado el whisky bajo la costosa alfombra del club? Completamente. En realidad, se le revolvió el estómago al escucharlo, teniendo que concentrarse en un punto fijo para no vomitar mientras continuaba hablando a su lado sin darse cuenta que palidecía.
Un préstamo.
Sabía que gozaba de suficiente dinero como para haber sido chantajeado. No era una persona que mantuviera muchos gastos más que en la casa en la que vivía, es más, recibía un sueldo extravagante para alguien de su edad, sin embargo, lo que le preocupaba era que tan frecuente sería víctima de aquellos nuevos préstamos.
¿Cuánto iba a pedirle de todas formas? ¿300, 400 libras?
"Con todo esto de cortejar a Lady Castle mi dinero se va más rápido de lo usual."
"Ya dilo."
"600."
Se atragantó con el agua que había pedido segundos antes, incapaz de saber si es que se trataba de una broma o le hablaba en serio: Eso era mucho más de lo que había pensado en un comienzo, tanto que no pudo esconder su sorpresa mientras bajaba más la voz, recordando donde se encontraban.
"¡600 libras!" repitió pálido "¿Qué estás planeando hacer con esa cantidad de dinero? ¿Comprar una maldita mansión?"
"¿Sigues sin entenderlo no? Cuando mi padre decidió entablar negocios con el tuyo, el tuyo tomó gran parte del dinero de mi familia para invertirlo, suma que se llevó tu madre a este bonito lugar cuando decidiste asesinarlo."
De pronto, sintió la necesidad de abalanzarse contra su silla, de estampar sus nudillos contra su boca hasta que ya no pudiera hablar, borrar aquella risa de superioridad que ya no podía seguir soportando a pesar de que hubiera llenado su camisa blanca de sangre, de pronto sus manos se apretaban en un puño, mordiéndose el interior de la mejilla solo para sopesar el dolor con la rabia que lo invadía.
No había manera de que hubiera pruebas de lo que decía. No había forma de saber si es que mentía, ni mucho menos si es que su madre realmente había tomado el dinero de los Lester al partir, sin embargo no se atrevió a decir nada más frente a sus declaraciones: Mathilda Bane había hecho lo que podía para sacarlos del problema que él los había metido, dedicado una vida entera a darles la mejor educación que había podido, los mejores profesores, las mejores universidades — No permitiría que alguien ensuciara el nombre de su madre a base de meras blasfemias.
"Ten cuidado antes de ir por la vida lanzando acusaciones sin sentido" su rostro se mantuvo imperturbable al decirlo. Recordaba esa parte de su infancia como ninguna, cuando tomaron el primer barco que pudo llevarlos al otro lado del mundo y ya tenía suficiente edad como para recordarlo con exactitud, pasando tanto tiempo en altamar como para hacerlo aborrecer cualquier tipo de viaje. "Una cosa es que vengas a joderme la vida a mi, otra es que hables en nombre de mi familia cuando no te he dado las atribuciones para hacerlo. No te confundas."
El hombre no dijo una sola palabra en respuesta, y mientras se aguantaba las ganas de levantarse de la silla para ignorar todas sus amenazas vacías, comenzó a sopesar lo que sus palabras podían hacerle a su familia ya instalada en Londres: Duncan acababa de mudarse a Clover Hill junto a su esposa, su madre tomaba el té todas las mañanas junto a sus amigas de hace años, la tía Helena era una dama respetada. . .
Dios santo.
En el fondo, siempre supo que nunca debió haber vuelto a Londres, por más cosas buenas que le hubiera traído.
Para Eloise Bridgerton, lo más extraño de todo, era admitir que estaba esperando volver a verlo.
No es que hubieran acordado dónde exactamente, pero se encontraba ansiosa de solamente verlo, entre medio de toda la gente que siempre los rodeaba. Esperaba contarle sobre el nuevo libro que había leído, uno que no era de filosofía y ciertamente le hubiera gustado al saber que la trama era totalmente irrealista y fantasiosa, decirle que podían hablarlo en su club de lectura que ahora era toda una sensación entre los dos, darle su estúpida copia.
Era un extraño revoltijo en su estómago del que no estaba acostumbrada, más cuando se había burlado de todos sus hermanos cada vez que uno de ellos conocía a alguien que le gustaba.
Ella misma se lo había buscado. Cegada por la extraña envidia que la consumía de la nada luego de que Penelope se casara y ella, en consecuencia, se fuera quedando cada vez más sola junto a su madre, cuando realmente creyó que era alguien imposible de amar, que tal vez no quería ser catalogada como la solterona de la familia ahora que todos finalmente la dejaban y un sinfín de cosas que la hacía sentir cada vez más ridícula.
Suponía que las cosas se salían de control ahora que entendía que ya no es que temiera a quedarse sola, en realidad, el problema había evolucionado de la manera más rara, a lo mucho que disfrutaba pasar tiempo con Sir Valentine Bane, la única persona que conseguía hacer que le sudaran las manos bajo los costosos guantes de seda que su madre le había mandado a hacer.
Había bajado su guardia — Era la única respuesta que tenía sentido, había bajado su guardia y en consecuencia, como una especie de fuerza celestial, era golpeada con la misma vara con la que ella había rechazado a un número insano de pretendientes que ninguna de sus hermanas jamás hubiera pensado en rechazar, al punto que ahora, por primera vez en su vida, se encontraba ansiosa por encontrarse con el arquitecto una vez más.
Eloise Bridgerton, aquella dama de alta alcurnia que hace años atrás había jurado jamás casarse, había sido arrastrada por el huracán que era Sir Valentine Bane.
"¿Vas a decirme que es lo que tiene tan callada últimamente?"
Por un minuto completo, las palabras de su hermano la tomaron desapercibida. Al punto que cuando lo escuchó molestándola, no pudo evitar la mueca de mala gana que expresó su molestia mientras fingía mirar la extensa colección de libros que Colin había traído de sus viajes al extranjero, como si fuera suficiente como para no dar indicios de que en realidad estaba muy ocupada pensando en el arquitecto.
"No estoy callada" contradijo, pero ella misma sabía que se trataba de una mentira—. "¿No es que deseabas que alguna vez dejara de hablar cinco minutos?"
"Eso era distinto" pensó en voz alta mientras escribía la carta que había estado planeando enviar a Lord Patrick Lester desde que su hermana llego. "Creo que prefiero saber lo que piensas antes de tenerte tan silenciosa"—"Dime, El ¿Es que acaso piensas asesinar a alguien?"
No pudo evitar reír frente a sus ocurrencias. Tenia tantas cosas pasándole por la mente que difícilmente era capaz de materializar todo en un puñado de palabras, una mezcla de la sensación de haber estado sola cuando todos sus hermanos vivían historias de amor dignas de de novela rosa y esa necesidad que de pronto la atravesaba de haber sido querida.
"No creo estar planificando ningún asesinato aún, hermano" lo calmó con una sonrisa. Con el paso de los años, había aprendido que la preocupación de sus tres hermanos mayores venía de las maneras más extrañas posibles. "De haber sido así te lo hubiera contado."
¿Cuántas excusas podría haber inventado para ir a Lucky Hall? Era una vergüenza tener que admitir que quería pasar más tiempo con una persona que no se tratase de su familia o Penélope, como si hubiera perdido una batalla consigo misma luego de más de una década diciéndose a si misma que estaba bien por su cuenta.
"Se lo hubieras dicho a Ben, me hubiera enterado luego."
No pudo pensar en una respuesta lo suficientemente rápida como para haberle dicho antes de haber sentido las voces que venían del pasillo acercándose a paso apurado, quedándose paralizada frente al estante de la biblioteca para mirar los títulos de los libros que no le interesaban en lo absoluto cuando la esposa de su hermano entraba tomada del brazo del arquitecto de Francia entre risas que no pudieron evitar despertar una chispa de curiosidad.
Estúpida.
Se esforzó por no mirar mientras los latidos de su corazón se descontrolaban notoriamente, esperando que no la notaran mientras escuchaba la voz del Barón en tanto saludaba a Colin, sin haber notado su presencia hasta que pudo escuchar sus pasos acercándose lentamente hacia ella.
"Señorita Bridgerton."
"Sir Bane" le dijo como si no hubiera sabido que se trataba de él apenas escuchaba su voz. "Que sorpresa verlo aquí."
"¿No pensaba saludarme?" preguntó en voz baja, lo suficiente como para que se girase a mirarlo media escandalizada al creer que podrían haberlo escuchado, sin embargo, el arquitecto parecía imperturbable mientras miraba a su lado, los títulos de los libros que poseía su amigo sin siquiera haberla mirado de vuelta.
"Iba a hacerlo hasta que se adelanto," lo saludó con la cabeza a pesar de sus quejas, pidiéndole a los cielos que sus mejillas no hubieran sido víctimas de sus pensamientos "Buena tarde, milord."
Su respuesta pareció causarle gracia, estirando una sonrisa en sus labios que la tuvo desconcentrada un buen rato esperando alguna de sus clásicas palabras que siempre decía sin filtro alguno.
"No sabía que tenían semejante colección de libros" dijo el arquitecto en voz alta, hablándole a la pareja con una normalidad que ella creía envidiable. "Últimamente he pensado en iniciar un club de lectura."
"¿Un club?" preguntó su cuñada curiosamente al posicionarse cerca de su esposo. "No me sorprendería que las damas que debutan este año se unieran solo para escucharte hablar sobre libros aburridos."
"No lo sé" comentó antes de agarrar un libro entre sus dedos, hojeando la primera página desinteresado — Ciertamente ella no era una dama que debutaba. "¿Usted se uniría señorita Bridgerton?"
"Depende de sus recomendaciones, claro" repuso sabiendo sus intenciones cuando Sylvie soltaba una carcajada. "Puede ser."
"Si le llama la atención podría incluir un par de libros de filosofía" la molestó, y esa vez no pudo evitar reír ante sus palabras, como si se hubiera tratado de una broma que solo compartían entre los dos. "Supe que algo así es de su interés."
Mientras su hermano le ofrecía algo para beber, no pudo evitar quedarse mirándolo cuando tomaba asiento en la mesa de la biblioteca, ignorando lo que Colin hacía mientras fingía haber estado totalmente pendiente a una conversación que en realidad no le importaba: ¿Cómo hubiera podido hilar dos pensamientos coherentes cuando el destino se las arreglaba para ponerla en aprietos?
¿Era el destino a quién debía culpar o sus propias elecciones? Era ella, después de todo, la que había decidido ir a visitar a su hermano aburrida de las paredes blancas de su habitación, ella quién había estado pensando en verlo todo el maldito día, como si de tanto haberlo querido finalmente lo hubiera llamado a un hogar que no le pertenecía.
Incierto, sin embargo, algo de lo que no se arrepentía al encontrarse con la mirada del americano con la suya, gritándole sin necesidad de haber dicho una sola palabra, que él también luchaba contra sus propios instintos cada vez que se encontraba a su lado.
"¿A qué se debe su visita, Sir Bane?" preguntó Colin haciendo que su atención volviera a fijarse en la conversación. Tal vez había sido una buena idea prestarle una visita a su cuñada después de todo. "No lo tome a mal, me alegra verlo, solo me encontraba algo ocupado enviándole un mensaje a Lord Patrick Lester."
"¿Es muy unido a Lord Lester, Colin?" dejó las formalidades de lado para acomodarse mejor sobre la silla, y una vez más, Eloise pudo notar el momento exacto en que toda su personalidad cambiaba para sacar a la luz una máscara que cubría todas sus intenciones, tanto que, extrañada, no pudo evitar fruncir el ceño cuando escucho el tono de su voz, convencida de que habían comenzado a pasar tanto tiempo juntos que ahora, inevitablemente, sabía demasiado bien cuando algo le molestaba por su manera de actuar tan amable y borde al mismo tiempo. "Lo siento, amigo. Tu esposa me ha prometido una tarde de Pall Mall, y en realidad solo venía a ponerme al día" — "Ahora que también está la Señorita Bridgerton, no creo que haría daño ofrecerles jugar una partida también, menos cuando hay un día tan agradable afuera."
"En efecto, esa es una oferta imposible de rechazar" concordó mientras echaba un nuevo vistazo a la carta que tan concentrado había estado escribiendo. "En realidad, comenzamos a hablar más ahora que estamos haciendo negocios desde la boda de su hermano. No sabía que su familia tenia tan buenos contactos con exportadores de jade, me parece una buena idea traer unos cuantos a Londres, Lord Lester ha sido un hombre honrado a la hora de hacer negocios."
Podía ver en primera fila como su sonrisa decaía de manera apenas perceptible, siendo reemplazada con otra fingida mientras se removía sobre su asiento escuchando su historia. Era molesto lo atractivo que le parecía aún estando en aquellos momentos, la forma en que podía agarrar una granada con las manos y aún así mantener un rostro imperturbable que no mostraba signos de molestia a primera vista, a no ser de que te hubieras detenido en los detalles.
¿Es que acaso le molestaba Lord Patrick Lester? La curiosidad la invadió inmediatamente, frunciendo el ceño al escuchar los halagos rebuscados del arquitecto que sabía, no se hubiera referido a nadie de aquella manera — ¿Había un problema entre los dos?
Las ganas de preguntarle en privado le daban ganas de morderse las uñas, un hábito que había dejado hace años.
"Mi idea era enviarle una carta esta mañana diciéndole que estaré encantado de finalmente sellar tratos con él, sin embargo me es complicado escribir cuando soy interrumpido constantemente."
Fue un comentario para Sylvie, uno que no sirvió de mucho cuando la susodicha besó su mejilla sin importarle lo importante que hubiera sido, alejando la pluma de sus dedos en un intento de molestarlo.
"Estás perdiéndote de un maravilloso día, Colin" reprochó el Barón frente a su respuesta, rodando los ojos en blanco al ver el pergamino sobre la mesa "Tus noticias pueden esperar hasta mañana, pues si tu no aceptas una buena competencia, me temo que tendré más remedio que llevarme no solo a Sylvie, si no también a su hermana a jugar una buena partida de Pall Mall."
Pareció ser una advertencia suficiente, pues de la nada se levantaba de su asiento dejando una taza de té caliente sin servir y ella, era víctima de su necesidad de ser la número uno cuando escuchaba la palabra competencia.
Eloise estaba segura de que el arquitecto no sabía en qué se estaba metiendo.
Y es que había sido entrenada durante incontables temporadas para haber sido la mejor en el juego, se lo había dejado en claro mientras se concentraba en sacar la pelota de su hermano mayor del camino para así imposibilitarle ganar, incapaz de ceder su primer lugar cuando Sir Valentine Bane venía en el segundo puesto listo para haberle quitado su título.
Había tenido que ponerle un alto a su curiosidad para que esta fuera reemplazada, en cambio, con una actitud más defensiva cada vez que alguno amenazaba con enviar su pelota fuera del camino que tenía en su cabeza.
"¿Siempre es tan competitiva, milady?" las formalidades que utilizaba al hablarle cuando en privado eran tan cercanos le erizaba la piel de los brazos, mirándolo con obviedad mientras el Barón soltaba una risotada e intentaba hacer un tiro decente. "Debí de imaginarlo."
"En la familia es algo bastante serio" le explicó apoyándose en el delgado palito de madera con el que siempre jugaba "Tenemos nuestras propias reglas."
Era todo un tema para las parejas de sus hermanos. Sucedió con Anthony, Colin, Daphne, incluso Francesca — Todos habían tenido que jugar al menos una vez siguiendo las reglas de la familia, sin posibilidad de negarse.
"Lo primero que debería saber, Sir Bane" habló Colin cuando utilizaba toda su fuerza para darle a la pelota del arquitecto, enviándola bastante más lejos de donde estaban. "Es que en la familia no hay honor, ni tampoco honestidad cuando hablamos de Pall Mall."
La expresión de su rostro al notar que lo enviaban fuera fue digna de deleite mientras veía girar la pelota bastante más lejos de lo que ella misma hubiera esperado, quitándole, de manera inmediata su segundo lugar y en consecuencia su carrera por el título.
"No pierda la esperanza, Sir Bane" le dijo ella en un intento de animarlo "Puede quedar por encima de Colin si es que se esfuerza, mi hermano goza de una pésima punteria, por lo que no deberia tomarle mucho sobrepasarlo."
Fue una broma, una que hizo que Sylvie, siguiendo los pasos de su esposo enviara su propia pelota por el mismo cruel sendero que la del Barón.
"Un juego es un juego" se defendió la francesa sin importarle sus quejas mientras les mostraba la lengua divertida. "Ahora ambos pueden pelear por el tercer puesto."
Mientras su hermano y Sylvie comenzaban a reír dispuestos a continuar con su juego, ella se apuró a caminar junto a Sir Bane, quién parecía bastante molesto luego de que hubieran lanzado su pelota, siguiendo la ruta por donde había desaparecido. Ahora que debían continuar el juego entre ambos mientras la pareja peleaba por el primer puesto, nadie presentó una sola queja cuando se retiró a buscar su pelota con mala cara, a pesar de que eso significara quedarse a solas con el arquitecto.
"¿Así es como siempre juegan?" le preguntó cuando finalmente no había rastro de los casados, pasando entre medio de la maleza con la nariz arrugada para poder haber llegado a hacer su tiro con cuidado de no haberse ensuciado.
"Le dije que teníamos nuestras propias reglas" advirtió la dama con una mueca burlona, podría haber perdido el primer lugar, sin embargo, no iba a cederle el tercer puesto fácilmente, menos cuando su pelota estaba mucho más cerca de salir de aquella trampa mortal en donde se había metido. "No es ni la mitad de las reglas que usualmente tenemos."
"Espero que esté lista para perder el tercer lugar entonces, milady."
"¿Es que acaso tengo que recordarle que antes yo era la que estaba ganándole?" preguntó frunciendo el ceño, ganándose una sonrisa de parte del arquitecto cuando fue él quien dio el primer golpe, acercando la pelota a la suya.
"Eso fue mucho antes de saber las reglas, claramente" se encogió de hombros al caminar a su lado, esperando a su jugada con una mirada que terminó por enviar un escalofrío directamente por su espalda. "Ahora sé que no hay honor en este juego, y las cosas son distintas."
Distintas.
Lo distinto, es que tenia unas peligrosas ganas de besarlo, de esas que son apenas perceptibles y van surgiendo por la superficie como una inundación mientras se posicionaba contra su juego para poder borrar aquella sonrisa santurrona que se formaba en el rostro del barón al querer ganarle, ensuciando los pliegues de su vestido con barro concentrada en hacer un lanzamiento que le asegurase el triunfo.
"Lo importante es ganar, Sir Bane" le dijo pasando a llevar su pelota para alejarla de la suya, tomando una clara delantera—. "¿Es que acaso teme quedar en ultimo lugar?"
"No tengo miedo a perder, Eloise."
"Me alegra, yo estoy acostumbrada a ganar."
"Toda esta competencia me ha dado una idea" pensó en voz alta — "¿Y si mejor hacemos un trato?" le dijo al realizar su lanzamiento, el mismo que supero el de ella al doblar su fuerza. "Si yo gano, me tendrá que dar un beso, y si gana usted, tendré que besarla también."
"¿Es que acaso está tan hambriento por un beso también?" repuso con una risa, un comentario suficiente como para que sus propias mejillas se tiñeran de rojo mientras el americano la miraba concretar su turno — "En ambas opciones usted recibiría lo que quiere."
"Supongo que me ha descubierto" se encogió de hombros sin ocultar sus claras intenciones. "Que yo sepa, Sylvie y su hermano ya han barrido el suelo con nosotros y ninguno de los dos está en posición ganar. La verdad es que solo me interesa ganarle a usted."
Fue como si hubiera dado justo en el lugar correcto, removiendo algo extraño su interior mientras una sonrisa petulante se formaba en su propio rostro: Claro que podía ganarle, y se lo demostró cuando se puso justo delante del arquitecto sin importarle aquella repentina cercanía que ella misma inició de la manera más inocente posible, la misma que bastó para haber desconcentrado al mayor casi de inmediato, sintiendo su aliento chocando contra la piel de su cuello de un minuto a otro solo para hacerla errar en su lanzamiento.
"¡Eso no es justo!" se quejó, visiblemente molesta. "¡Ha hecho que falle!"
"¿No es que no había honor en este juego, Señorita Bridgerton?" se defendió con el ceño fruncido, sin contar con el siguiente movimiento de su parte que pareció sacarlo de sus casillas en el instante que su mano acariciaba su espalda con lentitud, subiendo hasta su cuello solo para tocar la piel ajena con suavidad, con suficiente cuidado como para no haberlo desconcentrado demasiado, pero sí como para hacerle saber que en un rápido movimiento había quitado su guante izquierdo sin haber pensado en las consecuencias que eso traería — "Eso, en cambio, si es totalmente injusto, mi dama."
Mi dama.
A Eloise le gustaba la manera en que lo decía, con una devoción extraña en su tono de voz que le ponía los pelos de punta. El arquitecto realizó su lanzamiento inmediatamente errando gracias a su compañía, sin embargo, el estar perdiendo pareció no quitarle el sueño cuando se aprovechaba de la situación, del hecho que su hermano mayor hubiera estado desconcentrado a varios metros con su esposa, y que por fin estuvieran solos por fin luego de tanta espera.
Hubiera celebrado su error, pero en vez de eso cedió ante su fuerza cuando el hombre cerraba el espacio que quedaba entre ambos, presa de sus manos y ese tacto que disfrutaba más de la cuenta cuando de pronto, quedaba frente a frente con ese rostro que tanto conocía.
"¿Es que acaso está admitiendo que gane y ahora me da mi premio?" consultó al observarlo, ordenando los mechones del cabello castaño ajeno que habían saltado de su lugar ante su repentino movimiento. "No encontraba momento a que volviera a sus cabales y recordara que no puede ganarme en mi propio juego, Sir Bane."
"Eres un pequeño monstruo, Eloise" dejó de lado las banalidades, el llamarla por un título que ella misma sabía no le importaba en lo absoluto. "Si le digo que ganó, ¿Me permitirá besarla entonces?"
No necesitó palabras para decirlo en voz alta, con el ardor de las llamas en su corazón escociéndola por dentro mientras era testigo del peso de su mirada cuando descaradamente, miraba sus labios con un anhelo que no había visto antes.
"Ganaste" se rindió frente a su silencio, cada vez más cerca de su rostro al decirlo como si se tratara de un secreto que solo quería que ella escuchara. "Puede echármelo en la cara, así como también puede reclamar su premio."
No hubo momento para reaccionar cuando sus labios eran invadidos por los ajenos en un sabor que ya tenía previamente guardado en la cabeza, como de la nada irrumpía en su espacio y sus manos finalmente se cerraban contra su cuerpo, apretándola contra el mientras profundizaba un demandante beso que lo hizo poner los dedos sobre su barbilla, volviéndole imposible moverse de su agarre o de resistir un solo momento a algo que ella misma llevaba anhelando desde el momento en que coincidieron en la visita a su hermano.
"Usted es quien debería entregar el premio sin tener que decirme una sola palabra" se defendió aún cerca de sus labios, interrumpida una vez más por el sonido que creaban sus besos, desconcentrada por la manera en que de la nada, era capaz de sentir sus manos sobrepasando su vestido con un calor abrasivo que se apoderaba de su cuerpo. "Como un buen perdedor, milord."
"Sé como perder" le aseguró. No entendía como, pero de pronto sus labios marcaban un peligroso camino por la curvatura de su cuello, tanto que sentía unas enormes ganas de que ese calor que sentía a través del vestido y sus manos fuera realmente sobre su piel desnuda, no entre mil capas que ponian distancia entre los dos. "Siempre he sido un buen perdedor, milady."
Era su voz la que de la nada se tornaba más ronca, como de la nada los besos que compartían tomaban un ritmo más desesperante, como una de sus manos de la nada acariciaba su mejilla con suavidad y se dedicaba a besarla como si no hubiera más gente cerca de los dos, despertando aquel deseo inexplicable que le decía que lo dejaea meter las manos bajo su vestido para por fin. . . —
"¡Colin ha perdido!" pudo escuchar segundos antes de abrir los ojos, rompiendo aquella burbuja que habían construido. "¡Soy la campeona del Pall Mall Bridgerton!"
No supo si fue suficiente tiempo, sin embargo, Sir Valentine Bane la apartó de su cuerpo para tomar una distancia de ella tan rápido, que por un momento creyó que nada había pasado, observando el vestido rojizo de su cuñada entre los árboles para notar que tenían compañia.
"Me temo que he quedado en último lugar" contestó el arquitecto, sin rastros de verguenza en su rostro, no como el de ella, menos cuando sus mejillas adquirieron un caracteristico tono rojizo que siempre tomaba en aquellas situaciones. "La Señorita Bridgerton ha barrido el suelo conmigo, ¿No es así, milady?."
Fue una elección peligrosa de palabras, una que hizo que la atención se desviara hacia ella.
"En efecto" se apuró a responder mientras se concentraba en respirar y no pensar en aquellas mejillas sonrojadas que delataban la cercania que habían compartido.— "En realidad Sir Bane es bastante malo en este juego."
Su broma pareció aliviar la tensión lo suficiente como para que continuaran hablando, y ella, ignoró las miradas de complacidad que le dedicaba el americano cada vez que nadie los miraba.
En realidad, por más extraña que hubiera sido aquella partida de Pall Mall, nadie dijo nada, nada que pudiera haber sido dicho en voz alta de cualquier manera, pues era Sylvie Bridgerton quien miraba a Sir Valentine Bane en ese mismo momento, con una extraña idea que se instalaba en la parte de atrás de su cabeza:
¿Es que acaso estaba cortejando a su cuñada?
No podia terminar el año sin una actualización de Entropy, asi que se las dejo con todo el amor del mundo, y me complace comentarles que no queda demasiado para el final del libro! He estado dandole vuelta a mis borradores sobre las ultimas cosas que deberian pasar, pero en realidad, estos capitulos se ponen ultra dramaticos asi que espero se me preparen para lo que se viene (te amo valentine bane)
Nuevamente, bienvenidos nuevos lectores! Siempre veo sus comentarios y votitos, asi que nada, me alegra de que disfruten de esta historia tanto como yo.
pd: ¿vimos ya las fotos de la tercera temporada? EXILE LO RECUPERA TODOOOO el sendo glowup que se pegaron colin y penelope??? memori
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